Efecto red: vínculos que enriquecen

Carta introductoria
Esta es una clase especial. Hemos invitado al profesor Patricio del Sol, quien creara la Clase Ejecutiva, en alianza con El Mercurio, en 1998. Él acaba de publicar una nueva edición de su libro ‘Efecto Red‘, que se refiere a la estrategia en esta era de redes de información. Es sobre la importancia de las relaciones en el mundo de los negocios y en la esfera íntima. También queremos anunciar que estaremos ofreciendo pronto el curso ‘Modelo Delta de Amoldo Hax: El cliente en el centro de la estrategia‘, y que este modelo también se refiere al efecto red. Pero lo especial de esta clase va más allá de su contenido. Queremos recordar en ella a dos personas muy queridas que nos han dejado: a la señora de Patricio del Sol, Maricarmen Femández, quien falleció tempranamente, en noviembre de 2024, tras una larga enfermedad; y al profesor Amoldo Hax, quien se apagó serenamente en abril de 2023. El curso sobre el Modelo Delta lo hemos diseñado para difundir su legado intelectual.
Nicolás Majluf, Director Académico de la Unidad de Extensión del Departamento de Ingeniería Industrial de la UC.
Belleza reversible
Un teléfono no sirve para nada, cinco teléfonos permiten diez enlaces y mil teléfonos habilitan quinientos mil nexos. Por el efecto red, en una malla de información compuesta por nodos e interconexiones, un nodo se valoriza aceleradamente cuanto más se conecta con otros. Este fenómeno respalda la ventaja competitiva de prácticamente todas las compañías más valoradas del mundo.
Muchos discrepan de mi propensión a aplicar conceptos de estrategia a la vida propia. Cuando le pregunté a una viuda cuál era su estrategia para enfrentar el duelo pensó que me había vuelto loco. Sin embargo, el mensaje central de mi libro de negocios “Efecto Red” es que, en la era de las redes de información, las relaciones son más importantes que los productos mismos, que la prioridad deben ser los vínculos… algo absolutamente válido en mi vida personal.
En ella, la conexión más importante fue el amor que cultivamos con mi mujer, intercambiando actos gratuitos que, potenciados por el efecto red, cautivaban y enriquecían geométricamente al que los recibía, y mucho más al que los realizaba. La obra de mi vida que más valoro es el profundo vínculo que creamos, celebrando infinitas formas de estar juntos, las que fuimos reinventando hasta el 13 de noviembre del 2024, cuando ella murió.
Empecé ganando la lotería. Pudiendo haber elegido a quien quisiera, ella me escogió a mí. Algo vio en mí… ni yo me lo creía. Confieso que nada me costó estar enamorado las 24 horas de todos los días durante los 43 años de matrimonio; suena fingido, idealizado y un poco soberbio, pero es la verdad. Cada minuto disfruté y crecí con ella como socia, amiga y amante. Su belleza era reversible: linda por fuera y linda por dentro.
Mi duelo ha sido de una gran pena, pero luminosa y agradecida. En los últimos años de su enfermedad pude mostrarle a ella y a mí mismo, que lo único que necesitaba para ser feliz era estar con ella, sin importar dónde y en qué circunstancia. Contrario a lo que uno podría pensar, entre más se ha querido a una persona, más preparado se está para su partida, porque haber amado de verdad deja una gran reserva de paz y alegría. Toda mi vida he dado el saludo de la paz en las misas, pero nunca había recibido una paz tan profunda y verdadera como la que me compartió Maricarmen al despedirse de esta vida.
Tal como planteo en el libro “Efecto Red”, sin una mente consciente de los propios sentimientos no entenderemos los ajenos, no lograremos lo que queremos ni ayudaremos a los demás. Mi duelo luminoso es fuente de crecimiento porque ha aumentado mi capacidad de conectarme con mis sentimientos.
¿Qué sentí cuando mi compañera de vida, sin despintarse de su linda sonrisa, me dijo adiós? Desafiado a expresar lo indecible, diría que sentí un amor infinito dirigido a ella que iluminaba una pena centrada en mí, en mi desamparo, un dolor que sin ese amor se hubiera convertido en un agujero negro sin salida.
Continuaré enamorado de Maricarmen para siempre y mi pena por su ausencia nunca acabará. Me propongo, entonces, caminar hacia un futuro ojalá pleno, alegre y gozoso, llevando como linterna este amor y esta pena. En corto, no es artificial concluir que los vínculos profundos, potenciados por el efecto red, enriquecen no solo a las empresas, sino que también a las personas.
Este artículo fue publicado el día martes 27 de mayo, en El Mercurio.

