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Cómo la inteligencia artificial está cambiando las reglas del juego

Cómo la inteligencia artificial está cambiando las reglas del juego

Las empresas deben anclar la IA en su experiencia interna, protegerla de la imitación y adaptarla continuamente a sus desafíos.

¿Qué pasaría si las fortalezas que tu empresa cultivó durante años -expertise, procesos eficientes, capacidad de planificación y gestión de operaciones- dejaran de importar? Esa es la amenaza (y la oportunidad) que representa hoy la Inteligencia Artificial (IA): no sólo automatiza las tareas, sino que redefine lo que significa competir.

Durante décadas, la estrategia empresarial se basó en ventajas difíciles de imitar: experiencia, intuición gerencial y conocimiento acumulado. Pero la irrupción de la IA desafía esos pilares, obligando a las organizaciones a repensar cómo competir y ganar.

Un estudio reciente publicado en Strategic Management Journal utilizó el mundo del ajedrez como laboratorio para entender este fenómeno. En los torneos tradicionales, el talento humano marcaba la diferencia. Pero con la introducción de los motores de IA, los campeones ya no se destacan por su capacidad de cálculo, sino por su habilidad para colaborar con estas máquinas. Este nuevo tipo de competencia revela una realidad incómoda: las habilidades que antes generaban ventaja ya no bastan. La IA no solo reemplaza capacidades humanas, como hacer predicciones, sino que también introduce nuevas, ligadas con la interacción humano-máquina.

Hoy, la ventaja no está en lo que uno sabe, sino en cómo se entrena, adapta y complementa con sistemas inteligentes. Ya no se trata de tener mejores capacidades individuales, sino de desarrollar nuevas formas de colaboración con tecnologías autónomas.

Frente a este cambio, no basta con usar IA. Cualquiera puede acceder a ChatGPT, Claude o Gemini, pero eso no genera una ventaja. Lo que sí la genera es situar la IA dentro del contexto único de cada organización: entrenarla con sus propios datos, alinearla con sus procesos y ajustarla a sus objetivos estratégicos. Para lograrlo, las empresas deben anclar la IA en su experiencia interna, protegerla de la imitación y adaptarla continuamente a sus desafíos.

En Chile ya vemos esta transformación. NotCo no lidera el mercado de alimentos vegetales sólo por innovar, sino por cómo ha situado su algoritmo -Giuseppe- en el corazón de su estrategia. Lo entrenó con datos exclusivos sobre sabor y textura; lo protegió mediante control sobre datos y propiedad intelectual; y lo ajusta constantemente para nuevos mercados, manteniendo una IA única y no replicable.

También CMPC avanza en esta dirección. Aplica IA para anticipar incendios y optimizar turnos, pero con modelos anclados en datos propios, como sensores, satélites y flujos internos. Ha implementado resguardos para evitar filtraciones, y adapta sus modelos conforme evoluciona su entorno operativo. En ambos casos, la ventaja no está en tener acceso a tecnología, sino en cómo la integra y contextualiza.

Una cosa es clara: la IA no garantiza por sí sola una ventaja duradera. Al ser una tecnología replicable, sus beneficios tienden a difundirse rápidamente. Lo que realmente importa es cómo cada empresa integra la IA en sus capacidades organizacionales, cómo la ajusta a su identidad estratégica y cómo aprende a convivir con su “agencia” autónoma.

La IA no solo está automatizando tareas. Está obligando a las empresas a reescribir su manual de estrategia. Aquellas que entiendan esta nueva lógica —que combina tecnología, aprendizaje organizacional y diferenciación contextual— serán las que logren mantenerse un paso adelante.

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