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¿La cultura de tu organización está alineada con su propósito y estrategia?

¿La cultura de tu organización está alineada con su propósito y estrategia?

En el entorno empresarial actual, una buena estrategia o un producto innovador ya no son suficientes. La cultura organizacional se ha convertido en el motor interno que impulsa la coherencia, el compromiso y la sostenibilidad. Su impacto puede marcar la diferencia entre avanzar o estancarse. 

Cultura organizacional: el cómo hacemos las cosas 

Según Cameron y Quinn (2006), “la cultura organizacional es el pegamento social que une a las personas en una organización” generando identidad y estableciendo valores compartidos que fortalecen el compromiso con los resultados. 

Para entender cómo se comportan las personas en una organización, hay que mirar más allá de los organigramas y los procesos. La cultura se manifiesta en las relaciones, símbolos, rituales, decisiones y emociones compartidas. Es la identidad viva de la empresa, lo que el cliente percibe y que los equipos sienten. 

Según Ulrich y Yeung (2020), una cultura potente debe estar alineada con el propósito e inspiración de la organización, reflejar los valores vividos (no solo aquellos que se declaran), y cumplir con lo que promete la marca en el mercado. 

Construir cultura basada en valores 

Un aspecto relevante en la construcción de cultura, son los valores. Los valores son los principios o creencias que orientan la vida de la empresa y definen cómo se trabaja y convive. Son la base ética y emocional sobre la cual se construye una cultura coherente, sostenible y alineada con el propósito. Para ello, se necesitan líderes que inspiren a través de procesos de gestión que refuercen aquellos valores, y de prácticas simbólicas que generen sentido y pertenencia.  

Como plantea Laloux (2016), no hay un solo tipo de cultura “correcta”, sino distintas formas que responden a contextos distintos. Algunas organizaciones necesitan control y estabilidad. Otras, agilidad, propósito compartido y evolución continua. En cualquier caso, una cultura adecuada es aquella que se alinea con el propósito, potencia la estrategia y genera compromiso real. 

Acciones para fortalecer una cultura  

Si bien la cultura debe direccionarse según los objetivos, todos los integrantes de una organización pueden tener iniciativas para hacerla realidad, promoviendo acciones concretas, cotidianas y compartidas. Todos podemos contribuir a una cultura que entusiasme cuando: 

  • Tenemos un porqué personal (una inspiración) que se alinea con el de la organización. 
  • Actuamos como agentes de cambio, proponiendo mejoras y compartiendo ideas. 
  • Construimos confianza al cumplir compromisos y trabajar en equipo. 
  • Promovemos un ambiente inclusivo, respetando las diferencias. 
  • Fomentamos la mejora continua, con orientación a la calidad y la excelencia. 
  • Actuamos con coherencia, lideramos con el ejemplo y comunicamos con transparencia. 
  • Somos embajadores de la organización, dentro y fuera.

Y, sobre todo, cuando hacemos entrar en sintonía los valores organizacionales y personales. 

Hoy, más que nunca, vale la pena preguntarse si la cultura está impulsando o frenando lo que queremos lograr. Si la respuesta no es clara, tal vez sea hora de mirar hacia adentro y repensar cómo queremos trabajar, inspirar y crecer. 

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